viernes, 2 de agosto de 2013

"El hombre que calculaba". Breve ensayo por Miguel Núñez

ESCUELA DE POST GRADO-MAESTRÍA EN EDUCACIÓN Y GESTIÓN EDUCATIVA.
Maestrista: Lic. Victor Miguel Núñez Bartolo.   Turno: Mañana         Ciclo: II
Módulo: Recursos financieros y materiales.

CONTROL DE LECTURA Nº 03
“El hombre que calculaba”

Esta obra se basa en el pensamiento de un descendiente árabe llamado Beremiz Samir quien nos deja una serie de consejos de cómo solucionar problemas complejos con ejercicios algebraicos, en lo posible, simples. El examen a asuntos matemáticos de nuestra vida siempre estarán ahí y miren pues nos ayuda a tener una mente más abierta para la vida enfrentar.
El objetivo del documento, a pesar que nos trae relatos referido a asuntos del Viejo Mundo, es ver que el desarrollo de las personas se hace valedero cuando sabe encontrar la solución o resolución a diferentes asuntos que nos parecen  complicados. Por medio de diversas, puedo decir, “anécdotas” es que se trata de decir que el Álgebra no es aburrido si se le usa en un aprendizaje significativo.
Este libro de 34 capítulos del autor brasileño Julio César de Mello Souza (con el seudónimo Malba Tahan), expone la idea de que al enfrentarse a un medio social y geográfico donde todo nunca permanece igual, pues hay que saber cómo responder ante diversas situaciones que se presenten sin necesidad de hacer daño a nadie.

El autor emplea diversas historias orientales para enseñarnos Matemáticas en la vida un viajero llamado Hank Tad-Madya quien pasa por tierras asiáticas y se encuentra con Bereniz Samir que siempre paraba contando el ganado que cuidaba o incluso hasta las aves que en el cielo observaba. Tan interesante llegó a ser el personaje Beremiz Samir, quien por nacer en Persia parecía que estaba condenado a trabajar, vivir y morir como pastor de ovejas no sabiendo que su futuro iba a ser otro, quizá no un gran rey con toda la riqueza material pero sí un hombre quien debe dar gracias a su ímpetu de seguir su gusto por los números, de hacer lo que más le gustaba. Gusto que le ayudó a ser un gran hombre digno de imitar su modo de vida, su ética y laboriosidad.
Entre las vivencias que tuvo el viajero con su amigo Beremiz Samir servirá para sacar de apuros no sólo la cuestión de la falta de alimentos sino el hallar trabajo a dónde vayan. Uno ayudaba al otro y el otro devolvía el favor. Mostrándose en todo momento confianza, trato horizontal, enseñanza y apoyo, prácticamente un trabajo en equipo, aunque siendo “el hombre que calculaba” humilde demostraba a todo el mundo que podía enseñar mucho y que era tan igual como el resto, con la diferencia que muchos del “resto” no sabían usar bien la cabeza.
Beremiz enfrentó asuntos como la división de los camellos entre unos herederos, la repartición de panes, de dinero, las perlas, los detalles de unos trajes; responder preguntas de algunos sabios, descubrir a las mujeres de ojos negros y azules que estaban cubiertas el rostro mediante unas preguntas personales; enseñar Matemáticas a una muchacha pero tras una especie de ventana resguardada por unas mujeres. Todo eso sucedió resolviéndolos sin desesperación y tomándose el tiempo necesario pero no sin antes, a veces, encontrarse con aquellos individuos que le querían ver perdido y dañar su honra. La envidia de otros ha estado presente al ver la fama de Beremiz. Notamos así que si un personaje de baja condición social que ha destacado en las Matemáticas y en la resolución de acertijos ha sido la envidia de quienes se suponían sabían mucho.
El hombre que calculaba aconseja que uno no debe ofrecer sin antes no haber pensado bien lo que tiene para ofrecer y si conviene ese contrato. Mucha gente en este mundo aspira a mucho y está bien, pero debe ser realista. Cuando se promete algo a alguien es diferente a decir cuánto en realidad tiene. Si uno exagera las cosas por alardear y sin pensar pues los problemas serán un gran dolor de cabeza que su vanidad quedaría por los suelos. Resultaría ello en un contrato roto. Esto le pasó a aquél gran señor que pidió le enseñen a jugar ajedrez.

Aunque al final se casó con la muchacha a quien enseñaba Matemáticas (Telassim) y de quien se presagiaba lo malo, pues el final le fue todo provechoso. Se cambió, es cierto, de religión (musulmana a la cristiana) e igual seguía dando gracias por ser como es con su nueva familia fuera de Bagdad.

Para finalizar, un consejo que nos da Beremiz es que uno debe saber ser amigo (como lo fue con Hank Tad-Madya) con las personas, sin importar las clases sociales y que los méritos se ganan no por todo el dinero que se tiene sino por saber usar la inteligencia con la cual se puede lograr tantos triunfos que si uno se propone, no sólo tendrás gente que te admire, te quiera y proteja sino que encontrarás el triunfo de ser ese alguien autorrealizado que siempre gusta de aprender y ser mejor. Sea con o sin las Matemáticas.
Don Julio César de Mello e Souza autor de la obra
Fuente de imagen
http://www.moonmentum.com/blog/wp-content/uploads/2013/06/Julio-Cesar-de-Mello.jpg