jueves, 19 de julio de 2012

MI QUERIDO CARTAVIO: AYER, HOY Y SIEMPRE

(Cuento)
Había una vez un pueblo muy apartado de la ciudad, que debido a su ubicación geográfica no era muy conocida ni visitada por las personas; este pueblo se llamaba Cartavio y tenía algunos pequeños anexos a su alrededor.  La gente propia del lugar era muy unida, entre todos se apoyaban. La mayoría de familias procedían de la Sierra y es por ello que éstas eran acogedoras.
Como lo mencioné antes, el pueblo no era muy visitado, pero cada vez que un forastero llegaba a Cartavio éstos se alegraban mucho y hacían lo posible para que su estancia en su pueblo sea la mejor .Con esta misma suerte corrió Javier, quien llegaba con la finalidad de conocer más al Perú.
Cuando Javier observó por primera vez cómo estaba organizado el pueblo, aún sin conocer el nombre quedó asombrado; pues quedó encantado de la forma de vestir y de la familiaridad con que se trataban. El joven llevaba consigo un pequeño cuaderno y una pluma. El forastero se sentía raro al llegar a un lugar desconocido y del cual no sabía absolutamente nada. Una señora lo contempló por un largo rato y al darse cuenta que estaba perdido decidió entablarle una pequeña conversación:
¾    Buenos días joven, ¿Qué es lo que le trae por aquí?
¾    Bu…buenos días señora – respondió Javier muy sorprendido – soy un joven que viene a conocer cómo vive la gente en los rincones de mi Perú.
¾    Déjeme decirle que por acá no vienen mucho las personas, pero los que llegan son tratados mejor que en su propia casa –dijo la señora - Si desea saber cómo es la vida por aquí le invito a quedarse en mi humilde hogar… ¿Cuál era su nombre joven?
¾    Mil disculpas por no presentarme, mi nombre es Javier.

¾    Mmm… ese nombre no es muy común por aquí, así que será imposible que se pierda… Mi nombre es Gregoria Rojas, pero todos me dicen doña Grego… ahora sí acompáñame para enseñarte en donde vivo.
Ambos empezaron a caminar sin decir palabra alguna. Al llegar a la casa de doña Grego, ella presentó a Javier a su esposo e hijos, y como la gente pasaba cerca a la vivienda, en pocas horas, todos en el pueblo sabían que había llegado un forastero.
Ya cerca del atardecer y luego de haber conversado amenamente con la familia que lo hospedaba, Javier empezó a preguntar a don Simón, esposo de doña Grego, cuáles eran sus costumbres, qué leyendas se contaban o si celebraban la fiesta de algún santito.
¾    Don Simón, tengo curiosidad por conocer más de este pueblo - dijo Javier - que por cierto no sé qué nombre tiene, espero no incomodarlo.
¾    No te preocupes hijo, nosotros somos muy amigables y compartimos las experiencias y costumbres que nuestros antepasados nos dejaron, ya que hasta el día de hoy lo seguimos practicando aunque un poco distinto debido a que las familias que recién llegan de la sierra tienen sus propias costumbres y para poder sentirse todos a gusto todos  agregábamos algo nuevo en alguna celebración…Lo más común en nuestro querido Cartavio, es cómo se celebran los matrimonios, te contaré pues que la misa se lleva a cabo en una huaca en donde hay un capilla; las personas de todos los pueblitos asisten a la ceremonia y cuando termina, todititos se regresan juntos caminando hacia Cartavio para la gran fiesta.
Cuando llegan al fiestón todos beben y comen como una sola familia hasta el día siguiente que se termina la jarana.
María Cruz Aranda, autora del cuento. Foto de: María Cruz.

Luego de haber escuchado la tan corta conversación, doña Grego sirvió la cena y en honor al huésped todos degustaron la comida más común del pueblo, el caldo de huaraca. Al día siguiente el sol estaba muy resplandeciente, Javier decidió ir a caminar por las calles del pueblo y para suerte suya se encontró con don Leonardo, él era muy amable con todos. El muchacho le dijo:
¾     Señor, buenos días. Soy un visitante y deseo saber algo más de Cartavio.
¾    Mmm… Javiercito no te preocupes, quizá no pueda decirte mucho, pero lo poco que sé te lo diré. Lo que más conozco de este pueblo son sus leyendas, te mencionaré algunas: el ciruelo y la vasija de lejía, la huaca de Urcape, la ciudadela embrujada, la laguna del pato y muchas más.
 Preguntando  e indagando a las personas que vivían en Cartavio y sus alrededores, Javier fue adquiriendo mayor información. Cabe recalcar que toda la información obtenida era anotada en su cuaderno. Conforme fue pasando el tiempo el joven se fue enterando de las actividades que se realizaba en el lugar y cada vez se enamoraba mucho más del pueblo. Por tal motivo decide quedarse en Cartavio para formar su familia. En el tiempo en que estuvo recogiendo información conoció a una bella mujer que tenía por nombre Inés. Empezó a tratarla y se enamoró de la joven. Luego de algunos meses decidieron casarse. Javier se sintió muy feliz de celebrar su matrimonio con la costumbre del pueblo que lo acogió. Luego su mujer quedó embarazada. Los nueve meses pasaron rápido, pero la salud de Inés era delicada. El día del alumbramiento por fin llegó, fue un arduo trabajo de labor de parto, pero finalmente nació el niño, la progenitora pidió ver a su hijo. Inmediatamente se lo trajeron y la madre le dijo a su bebé con voz suave y tierna:
¾    Guagüita, este es tu hogar… bienvenido al mundo, papacito lindo.


Luego de pronunciar esas palabras cerró los ojos, dio su último suspiro y murió. Don Javier quedó muy triste ante la pérdida de su mujer, pero tenía el consuelo en su recién nacido. Se dedicó a cuidarlo con mucho amor.
Cuando el primogénito tenía la edad de 10 años, el padre le empezó a hablar sobre las costumbres del pueblo y sobre lo bella que fue su madre. Al poco tiempo el infante contrae una rara enfermedad,  el cual le causa la muerte.
Don Javier quedó desconsolado ante tal pérdida y se convirtió en un ser apático. Poco a poco dejó de hablar con la mayoría de las personas. Pasaron varios años y en Cartavio nada fue igual. Las personas cambiaron mucho. Este cambio se debió a que la carretera, recién construida, unía a Cartavio y a Trujillo. Las personas entraban y salían de Cartavio, las empresas empezaron a invertir para explotar la caña de azúcar. Empezó a existir la discriminación y la codicia. Muy poca gente llegaba con la intención de vivir tranquilamente.
Cierto día un joven recién llegado quiso saber cómo fue antes Cartavio, pero  nadie le daba razón, la tristeza empezaba a invadirlo, de pronto escuchó a una señora decir que había un viejito muy solitario y que quizá el podría ayudarle. El joven pidió la dirección del longevo e inmediatamente fue a buscarlo. Al llegar al lugar señalado tocó la puerta temerosamente y a los pocos minutos le abrió un señor.
¾    ¿Sí? ¿a quién busca? ¿qué desea?
¾    Buenas tardes, señor – dijo el joven – mi nombre es Facundo y estoy buscando a don Javier, porque deseo hacerle una preguntas…
¾    ¿Preguntas?, qué clase de preguntas – manifestó el señor
¾    Deseo saber cómo fue Cartavio en años anteriores
¾    Si es por eso, entonces pase y siéntese.
¾    Como ya te has dado cuenta yo soy don Javier – dijo el anciano al joven- ¿Cuáles son tus preguntas?
¾    Quisiera que me cuente todo lo que sabe de Cartavio en el pasado.
Don Javier empezó a contarle todo lo que sabía, ese muchacho tenía algo en especial que no tuvo duda alguna en narrarle detalle a detalle cada hecho sucedido en el pasado. Fue tanto el aprecio de don Javier por el joven que, solo en las horas que dialogaron,  decidió confiarle su gran y mayor tesoro, su cuaderno, donde se encontraba escrita la primera costumbre que le habían contado hasta  la última leyenda escuchada
¾    Facundo, este tesoro te confío a tí por ser el primero en interesarte por nuestra tierra y espero que puedas cumplir mi última voluntad que es: que la historia de nuestro querido Cartavio nunca se pierda, que tus hijos le cuenten a sus hijos y amistades y así sucesivamente hasta que todos sepan y conozcan cómo se vivía antiguamente en Cartavio.

FIN

Referencias
  • Autora: María Cruz Aranda
  • Área: Cuento
  • Seudónimo: Adámaris.
  • Categoría: C
  • I.E.: "Benjamin Franklin"-Cartavio
  • Grado: 5to de secundaria.
  • Puesto ganado: 2º en los Juegos Florales Escolares Nacionales 2012 a Nivel de la Provincia de Ascope.
Cartavio hacienda. Foto de: Olga Gregoria Bartolo Briceño.