ESCUELA DE POST
GRADO-MAESTRÍA EN EDUCACIÓN Y GESTIÓN EDUCATIVA.
Maestrista: Lic. Victor Miguel
Núñez Bartolo. Turno: Mañana Ciclo: II
Módulo: Recursos
financieros y materiales.
CONTROL DE
LECTURA Nº 03
“El hombre que
calculaba”
Esta obra se
basa en el pensamiento de un descendiente árabe llamado Beremiz Samir quien nos
deja una serie de consejos de cómo solucionar problemas complejos con
ejercicios algebraicos, en lo posible, simples. El examen a asuntos matemáticos
de nuestra vida siempre estarán ahí y miren pues nos ayuda a tener una mente
más abierta para la vida enfrentar.
El objetivo del
documento, a pesar que nos trae relatos referido a asuntos del Viejo Mundo, es
ver que el desarrollo de las personas se hace valedero cuando sabe encontrar la
solución o resolución a diferentes asuntos que nos parecen complicados. Por medio de diversas, puedo
decir, “anécdotas” es que se trata de decir que el Álgebra no es aburrido si se
le usa en un aprendizaje significativo.
Este libro de 34
capítulos del autor brasileño Julio César de Mello Souza (con el seudónimo
Malba Tahan), expone la idea de que al enfrentarse a un medio social y
geográfico donde todo nunca permanece igual, pues hay que saber cómo responder
ante diversas situaciones que se presenten sin necesidad de hacer daño a nadie.
El autor emplea
diversas historias orientales para enseñarnos Matemáticas en la vida un viajero
llamado Hank Tad-Madya quien
pasa por
tierras asiáticas y se encuentra con Bereniz Samir que siempre paraba contando
el ganado que cuidaba o incluso hasta las aves que en el cielo observaba. Tan
interesante llegó a ser el personaje Beremiz Samir,
quien por nacer en Persia parecía que estaba condenado a trabajar, vivir y
morir como pastor de ovejas no sabiendo que su futuro iba a ser otro, quizá no
un gran rey con toda la riqueza material pero sí un hombre quien debe dar
gracias a su ímpetu de seguir su gusto por los números, de hacer lo que más le
gustaba. Gusto que le ayudó a ser un gran hombre digno de imitar su modo de
vida, su ética y laboriosidad.
Entre
las vivencias que tuvo el viajero con su amigo Beremiz Samir servirá para sacar
de apuros no sólo la cuestión de la falta de alimentos sino el hallar trabajo a
dónde vayan. Uno ayudaba al otro y el otro devolvía el favor. Mostrándose en
todo momento confianza, trato horizontal, enseñanza y apoyo, prácticamente un
trabajo en equipo, aunque siendo “el hombre que calculaba” humilde demostraba a
todo el mundo que podía enseñar mucho y que era tan igual como el resto, con la
diferencia que muchos del “resto” no sabían usar bien la cabeza.
Beremiz
enfrentó asuntos como la división de los camellos entre unos herederos, la
repartición de panes, de dinero, las perlas, los detalles de unos trajes;
responder preguntas de algunos sabios, descubrir a las mujeres de ojos negros y
azules que estaban cubiertas el rostro mediante unas preguntas personales;
enseñar Matemáticas a una muchacha pero tras una especie de ventana resguardada
por unas mujeres. Todo eso sucedió resolviéndolos sin desesperación y tomándose
el tiempo necesario pero no sin antes, a veces, encontrarse con aquellos
individuos que le querían ver perdido y dañar su honra. La envidia de otros ha estado
presente al ver la fama de Beremiz. Notamos así que si un personaje de baja
condición social que ha destacado en las Matemáticas y en la resolución de
acertijos ha sido la envidia de quienes se suponían sabían mucho.
El
hombre que calculaba aconseja que uno no debe ofrecer sin antes no haber
pensado bien lo que tiene para ofrecer y si conviene ese contrato. Mucha gente
en este mundo aspira a mucho y está bien, pero debe ser realista. Cuando se
promete algo a alguien es diferente a decir cuánto en realidad tiene. Si uno
exagera las cosas por alardear y sin pensar pues los problemas serán un gran
dolor de cabeza que su vanidad quedaría por los suelos. Resultaría ello en un
contrato roto. Esto le pasó a aquél gran señor que pidió le enseñen a jugar ajedrez.
Aunque
al final se casó con la muchacha a quien enseñaba Matemáticas (Telassim) y de
quien se presagiaba lo malo, pues el final le fue todo provechoso. Se cambió,
es cierto, de religión (musulmana a la cristiana) e igual seguía dando gracias
por ser como es con su nueva familia fuera de Bagdad.
Para
finalizar, un consejo que nos da Beremiz es que uno debe saber ser amigo (como
lo fue con Hank Tad-Madya) con las personas, sin importar las
clases sociales y que los méritos se ganan no por todo el dinero que se tiene
sino por saber usar la inteligencia con la cual se puede lograr tantos triunfos
que si uno se propone, no sólo tendrás gente que te admire, te quiera y proteja
sino que encontrarás el triunfo de ser ese alguien autorrealizado que siempre
gusta de aprender y ser mejor. Sea con o sin las Matemáticas.
Don Julio César de Mello e Souza autor de la obra |
Fuente de imagen
http://www.moonmentum.com/blog/wp-content/uploads/2013/06/Julio-Cesar-de-Mello.jpg
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